El ejercicio de nuestros dones espirituales
Sesión: Domingo por la tarde
Fecha: 07 de abril de 2019
Discursante: Juan Pablo Villar
Posición: Setenta Autoridad General
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Resumen de notas
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Cuando Iván, el hermano mayor de Juan Pablo Villar, de 16 años, llegó a casa y anunció que iba a servir en una misión de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, en la que había sido bautizado apenas un año antes, Juan Pablo lo admiró.
Meses después, cuando Juan Pablo aprovechó la oportunidad para visitar a su hermano misionero, se sorprendió de lo diferente que era de lo que se imaginaba.
Juan Pablo, que no era miembro de la Iglesia, no tenía ni idea de qué esperar a la hora de pasar el día con un misionero. Pero durante su visita de un solo día, pasó 10 horas siguiendo a Iván y a su compañero mientras caminaban por las calles saludando a la gente, tocando puertas y enseñando a la gente acerca de Jesucristo.
Aunque el hermano y su compañero nunca enseñaron directamente a Juan Pablo, "adquirí más conocimientos que en todas mis conversaciones anteriores con [mi hermano]. … Mirando hacia atrás, me doy cuenta de que mi fe creció ese día porque mi hermano me dio la oportunidad de ponerla en acción. La ejercí mientras leíamos las escrituras, buscábamos gente para enseñar, dábamos testimonio, servíamos a otros y así sucesivamente".
Al igual que los músculos del cuerpo humano, la fe requiere ejercicio para crecer y ser usada. El ejemplo de su hermano ayudó a facilitar la aceptación de la invitación a seguir a Cristo, ser bautizado y servir a una misión.
Ejercitar la fe no es fácil al principio, pero a través del ejercicio continuo, los hijos del Señor serán fortalecidos y expandirán los dones espirituales con los que han sido bendecidos.
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